Y allí estaba
yo. Listo en la línea de salida de una Marathon preguntándome a mi mismo como
habíamos llegado a esto. ¿42.195 metros corriendo? ¿Para qué? Pues muy
sencillo: 3 meses de preparación, 700 km acumulados de entrenamiento, sudadas,
mojaduras, rozaduras, dolores, etc… Todo me pasaba por la cabeza viéndome
rodeado de otros locos como yo. Si, estamos locos. Locos por intentar cumplir
nuestro objetivo. Locos por hacerlo lloviendo y con frío como estaba la noche.
Locos que corren mientras la gente mira desde las acera con una mezcla de
compasión y extrañeza ante lo que ven.
El día comenzó
con buen tiempo en Asturias, pero a medida nos acercábamos a Bilbao el cielo se
iba tornando negro y cubierto. Al llegar a Bilbao llovía, por la tarde llovía,
durante la carrera llovía y al marchar de madrugada seguía lloviendo. Es más,
creo que aún sigue lloviendo allí.
Nada más aparcar
nos acercamos al hotel dónde repartían los dorsales. Al entrar ya se ven las
listas de inscritos, KEKO 222. Somos casi 700 para la Marathon y casi 5000
contando la media y la carrera de 10 km. Al dirigirme a recoger mi bolsa una
chica de la organización me pregunta en que carrera estoy inscrito. Muy
prudentemente le respondo que a la Marathon, “muy bien, tu eres de los
valientes”. Empiezan los nervios. ¿Valientes? Su boca decía eso pero su cara
reflejaba “locos”. Me entrega la
camiseta, el chip y la pulserita de color naranja que indica el cajón de salida
donde me tengo que colocar. Esta pulsera me trae a la cabeza los hoteles del
todo incluido. Lo que pasa que esta lo que incluye creo que es diferente. Los
powerade y barritas energéticas del recorrido no se parecen en nada a los
cocteles y macedonias de frutas de los resorts.
A cargar las
pilas. Comida en un restaurante italiano en el que deguste un plato de pasta
tamaño XXL acompañado de 2 litros de agua. Tras un pequeño paseo, y como sigue
lloviendo, voy a una cafetería a ver el partido de futbol y hacer tiempo hasta
la hora de la carrera. Si os digo la verdad, no recuerdo ni quien jugaba porque
en mi cabeza no había otra cosa que dudas y nervios.
Llego la hora.
Tras cambiarme de ropa y vestirme para la faena, me acerco hasta la línea de
salida con media hora de antelación. Sigue lloviendo pero el ambiente es genial.
Toda la gente esta calentando y estirando. Yo viendo la que se me viene encima,
10 minutos de trote suave y
estiramientos. Entre fotos, besos a mis acompañantes y demás me dirijo al cajón
correspondiente de la salida.
Llegado este
momento el corazón lo tengo a 200 pulsaciones. Me sentía como un caballo en el
portillón de salida. Sólo quería que sonase el disparo y salir. La salida de
los profesionales era a las 9 horas. Esos que solo vi en la foto final. Yo
salía en el turno de las 9:04. Era espectacular. Gradas a ambos lados, mucha
gente, música, speaker, fuegos artificiales y la canción de Europe “Final
Countdown”. A correr¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Por delante 2 vueltas a un circuito de 21
km, la mayoría discurre paralelo a la ría por donde el Athletic sacaba la
gabarra en los 80 para celebrar las ligas.
Salgo suave, a
coger ritmo. Trataré de ir pensando sólo en los siguientes 5 km, no más allá.
Esto también se corre con la cabeza y tranquilo. Hay mucha gente y todos más o
menos al mismo ritmo. Al llegar al km 5 llevo 24:15. Es un ritmo para bajar de
las 3 horas y media, a 5 min/km. En mi escala de objetivos sería un
sobresaliente. Bajar de 3:45 sería un notable. Acabar por debajo de las 4 horas
sería suficiente en mi primera Marathon. A estas alturas de carrera ya me
acople a un grupo de gente similar a mi y el ritmo va cómodo. Al llegar al km
10 llevamos 48:50 minutos y las sensaciones son inmejorables. Bebo agua aunque
no tengo sed, la necesitaré seguro más adelante. Seguimos corriendo por debajo
de 5 min/km y con el apoyo de la gente mi moral sigue intacta. Entramos en una
zona de la ría que está sin arreglar, muy oscura y sin gente animando. Me
imagino lo duro que será en la segunda vuelta si las cosas se ponen feas pasar
por allí.
Km 15 y seguimos
al mismo ritmo y las sensaciones siguen siendo buenas. Volvemos a la parte
central del recorrido con gente animando y veo que el objetivo está un poco más
cerca. Sólo quedan 5 km para la mitad, a partir de aquí es restar km, mi cabeza
sigue sólo pensando en los siguientes 5 km.
Km 21, mitad del
recorrido. Llegamos con 1 hora 42 minutos. Estoy 3 minutos por debajo del
sobresaliente, no me lo creo¡¡¡¡¡ Las sensaciones aquí son las esperadas. Me
notó con fuerzas y reservas suficientes para afrontar el resto de la carrera.
Pero aquí me llevo el primer palo gordo mentalmente hablando. Todo el grupo en
el que iba se desvía para llegar a meta porque ellos corrían la media. De
repente donde antes había gente animando , no hay nadie. El grupo que “me
protegía”, desaparece. Me encuentro ante la cruda realidad. Me quedan 21 km que
afrontar sólo. Me repongo rápido porque voy con fuerzas y me digo a mi mismo
VAMOS,nadie dijo que fuese
a ser fácil.
En el
avituallamiento del km 25 empiezan a dar comida, la verdad el cuerpo no me lo
pide pero como medio plátano para cargar pilas. Seguimos en el ritmo del
sobresaliente. Las fuerzas ya no son las mismas pero el final cada vez está mas
cerca. Aquí empieza lo duro de verdad, volvemos a la zona oscura del recorrido,
y como os dije antes, empiezan los problemas. Al llegar al 30 el ritmo baja un
poco, pero no mucho. Estoy justo en el tiempo de las 3 horas y media.
Km 35, llega la
crisis, el MURO. Es invisible, pero está ahí esperándote. No te avisa,
simplemente aparece. Calambres, pérdida de fuerzas, el ritmo baja sin
posibilidad de arreglo. Es una sensación difícil de explicar. Yo quiero seguir.
Me faltan 7 km. ¿Qué son 7 km después de 35? Pero es imposible. Me paró a
estirar las piernas, como un trozo de naranja y plátano en el avituallamiento.
Y me digo a mi mismo que no abandone, que me esforcé mucho, no lo puedo dejar
ahora¡¡¡ Me pongo en marcha a un ritmo menor, no importa. Lo único importante
ahora es llegar, como sea, pero llegar. Estos 7 km se hacen interminables, el
ritmo que antes era fresco y vivo, ahora se convierte en cansino y desesperado.
En el km 38 ya vuelvo a ver la llegada. Está a la otra vera del río, pero está
ahí, esperándome. Sólo tengo que ir al puente y dar la vuelta. En ese momento
oigo que están dando los premios y el pódium de los vencedores. Llegaron hace
mucho. No importa. Mi propio premio será llegar y acabar. Como el del 95 % de
los participantes, todos van a llegar a casa diciendo que ganaron. Porque es
verdad, cada uno compite contra si mismo, se gana a si mismo. Desde el más
rápido hasta el más lento. Eso es la Marathon, lo entiendes cuando lo haces. La medalla con letras FINISHER que te ponen al acabar lo asegura.
Km 42, ya
estamos ahí. Paso la pancarta y enfoco los últimos 195 metros. Se oye la gente
y la música. De repente los dolores y el sufrimiento se olvidan. Sólo siento
una felicidad y satisfacción conmigo mismo increíble. El deber cumplido. Con
esfuerzo, pero cumplido. Nadie dijo que fuese a ser fácil. Pasó la línea de
meta con 3 horas y 35 minutos. Digamos que en la escala de objetivos estaría en
un notable alto. Posición 175 de 650 inscritos. Esto es lo de menos, estaría
igual de contento y satisfecho con cualquier tiempo y posición. Allí estaban
Cris, Fifi y Lucio, gracias por aguantarme jajaja. Esos besos y abrazos al
finalizar reconfortan más que cualquier masaje. Aqui os dejo el video de la llegada.
http://corriendovoy.com/video.php?id=686&video=54055
Dicen los
expertos que una vez que acabas tu primer Marathon en la cabeza sólo tienes un
pensamiento: VOLVER A ENFRENTARTE A ELLA. Y es verdad, volveré….
Enhorabuena de nuevo KEKO. Buenísima crónica de esta gran gesta que has conseguido. Me imágino la grandísima satisfacción tras el esfuerzo realizado.
ResponderEliminarEmociona el video, si te digo la verdad, se me ponen los pelacos de punta.
Mucho ánimo para la siguiente y no dejes de contarlo!! Un saludo!